miércoles, 23 de febrero de 2011

LA HISTORIA DE LOS REFRIGERANTES


La práctica de la refrigeración, probablemente ha existido
desde la época de las cavernas. Con frecuencia, en la
historia se menciona el uso de hielo y nieve naturales para
fines de enfriamiento. Los chinos, y después los romanos,
los usaban para enfriar sus bebidas. En algunos lugares
donde sólo tienen hielo en el invierno, lo almacenaban en
fosos para usarlo en el verano. En lugares desérticos
donde no disponían de hielo o nieve en ninguna época del
año, como en Egipto, se utilizaba la evaporación del agua
para el enfriamiento de bebidas, y hasta algunos dispositivos
ingeniosos para hacer la estancia más confortable.
El agua fue el primer refrigerante, con una larga historia de
uso, continuando hasta nuestra época. Con el paso del
tiempo, se han hecho mejoras en cuanto a su manejo y
almacenamiento, pero aún se utiliza el hielo natural por
todo el mundo. El uso histórico y fundamental del hielo, ha
sido reconocido en una unidad de refrigeración: la tonelada
de refrigeración, la cual se define como la cantidad de
calor que se requiere para fundir dos mil libras de hielo en
24 hrs.
En refrigeración se dio un gran paso adelante, allá por el
año 1600, cuando se descubrió que una mezcla de hielo
con sal, producía temperaturas más bajas que el hielo
solo. En cierta manera, ésta fue la primer mejora sobre la
naturaleza en el campo de la refrigeración.
Hacia finales del siglo XVIII, la inventiva del hombre se
había dirigido hacia la producción de frío en el momento y
tiempo que se deseara. Se desarrollaron máquinas para
disminuir la presión del vapor del agua y acelerar su
evaporación.
arte de producir frío por la liberación de aire comprimido.
Durante la primera parte del siglo XIX, se desarrollaron
máquinas para la compresión de vapor y se probaron
muchos fluidos como refrigerantes, entre los que sobresalieron
el amoníaco, bióxido de carbono, bióxido de azufre,
cloruro de metilo y en cierta medida, algunos hidrocarburos.
A finales del siglo, la refrigeración mecánica estaba
firmemente establecida.
Por muchos años (desde 1876), al amoníaco se le han
encontrado excelentes propiedades como refrigerante, y
desde entonces, ha sido el refrigerante más utilizado
comúnmente. Aún en la actualidad, ha demostrado ser
satisfactorio, sobre todo en refrigeración industrial en
grandes plantas.
En las décadas siguientes, la atención fue orientada hacia
el mejoramiento del diseño mecánico y la operación de los
equipos. A principios del siglo XX, se desarrollaron las
unidades domésticas y los refrigerantes en uso en ese
tiempo, padecían de una o más propiedades riesgosas.
Algunos eran tóxicos, otros inflamables, y otros más
operaban a muy altas presiones; por lo que para estos
equipos más pequeños, los ingenieros se enfocaron al
refrigerante de más baja presión de operación: el bióxido
de azufre. Este refrigerante tiene algunas fallas serias,
como la formación de ácido sulfuroso cuando se combina
con el agua; es muy corrosivo y ataca las partes del
sistema. Adicional a esto, cuando se fuga aún en pequeñísimas
cantidades, causa tos violenta y ahogamiento.
Estas cualidades indeseables, obligaron a los fabricantes
a hacer las unidades menos propensas a fugas y a tener
precaución de secarlas, logrando reducir los requerimientos
de servicio hasta un punto, donde las desventajas del
refrigerante no eran tan grandes. Literalmente, se construyeron
millones de esas unidades que utilizaban bióxido de
azufre, las cuales operaban satisfactoriamente.

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